La argentina sin picante, no es argentina
“Una comida sin picante, es como un día sin sol”.
Claramente no es una frase de acá, de Argentina. Se dice así en México y tiene sentido.
Una vez tuve la oportunidad de estar y recorrer México DF. Muchos de ustedes conocen ese país por vacaciones, o por trabajo, otros en cambio habrán escuchado, que allá hasta los caramelos pican.
Algo inconcebible para mí. Me gusta el picante pero en su justa medida. Dejé atrás días de elegir empanadas de carne que dejaban la boca como un dragón.
El ají es un fruto que contiene capsaicina y que produce picor intenso sólo en los mamíferos cuando lo comen. Los hay de distintos colores y, dependiendo de su tipo, pueden ser de color blanco, amarillo, verde, naranjo, lavanda, rojo, morado, chocolate.
La planta que da el ají puede medir entre 30 y 60 cm de alto. El sabor del ají en sí, es dulce, pero muchas veces no lo percibimos debido a su intenso picor.
Debemos agradecer a Cristóbal Colón que lo descubrió en el Caribe y pensó al principio que era un tipo de pimienta, de ahí el nombre con que lo bautizó: pimiento. Colón fue quien finalmente introdujo el ají a Europa.
Lo cierto es que el ají es consumido en América desde al menos 7.000 años y no sólo como alimento o condimento, sino que también se le ha dado un uso medicinal.
El ají y sus diferentes nombres:
· Ají (Latinoamerica)
· Chile (México)
· Pimiento o guindilla (España)
· Chili pepper (idioma de habla inglesa)
Argentina se puso picante. Argentina vuelve a ponerse picante como con cada elección por delante. Ni hablar si la incertidumbre es la de hoy; la que reina entre nosotros.
La sociedad se encuentra aturdida por no saber qué votar. Hay muchos indecisos. Hay muchos que no saben siquiera si ir a votar.
Hay muchos que están cansados de votar sin ningún tipo de convencimiento sobre su acto y más aún, hay muchos que tienen temor de a quién votar.
Entre el cambio total y el seudo cambio. Entre “mejor malo conocido que bueno por conocer”, como decían en el pueblo.
El Yategate ocupó todos los lugares. De repente hay un tipo, bastante popular de la política, con cargos ejecutivos, cuyo matrimonio no resultó en el tiempo, y por eso culminó. Que tomó estado público por su vida de millonario cuando no lo es, y la sospecha de unos largos años llevando esa vida, con la plata de… de la gente. De todos nosotros, o por lo menos de toda Lomas de Zamora.
Agujeros de información, de ética y de solvencia que dejan boquiabiertos a todos y a la vez un “¿De qué nos asombramos?” de muchos analistas, críticos de los políticos argentinos que, con razón, expresan que esto lo sabemos todos, hace mucho tiempo.
¿De verdad nos asombramos? , ¿Se nos renovó la capacidad de asombro?, ¿O acaso es la indignación y el aprovechamiento extremo de todo esto para tapar otras cosas?
Lo que no se puede tapar es el decreto que se publicó esta semana suspendiendo por 90 días los derechos de exportación a los lácteos.
Finalmente el anuncio llegó, y una medida más de tinte electoral, que le viene bien a los tamberos, si es que algo les mejora el valor tal cual tiene que ser, y a la industria que debe mejorar su capacidad de pago; pero claramente habrá que ver cómo queda todo.
Algunos, con los números en la mano, sostienen que con lo que dejará de pagar la cadena por los derechos de exportación, que ya no se tributarán, compensan 15 días de pérdida que tiene la cadena, ya que en agosto el productor perdió 20 pesos por cada litro de leche que entregó.
Se puso picante la discusión de la leche. Pero no tanto como el Yate Gate.
Estamos más que acostumbrados a situaciones ilógicas, burdas, dañinas para con nuestra sociedad toda.
A la frase mexicana le digo: “La argentina sin picante, NO es argentina”
El tema es entender si queremos que siga picando así, o en todo caso, empezar a sentir un poco más lo dulce del fruto.
por Jorgelina Traut
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Publicado en Perfil