[quote font=»georgia»]»El GEN sostiene el rol estructural y estimula el desarrollo de la ECONOMÍA SOCIAL»[/quote]
Declaración de Principios del GEN-CABA, Punto IX
Permítaseme recorrer un camino romántico y trillado para decir que «un fantasma recorre el mundo, el fantasma del código abierto». La cultura de los conocimientos comunes (o el «commons», si uno se pone hipster) está cambiando la economía mundial; y mientras nuestra clase política se dedica a tratar de demorar el colapso del orden capitalista decimonónico del conocimiento por todos los medios posibles, el mundo avanza hacia otro lado. Los invito a escuchar el siguiente discurso de Charlotte Hess, colaboradora de Elinor Ostrom (ganadora del Premio Nobel de Economía de 2009), que es iluminador:
La traducción simultánea es horrible. Lo sé. Pueden ver el video original (en inglés) en http://webtv.coop/video/The-social-economy-of-the-Internet%253A-Open-Access%252C-Open-Source-and-New-forms-of-collective-action/89c6f4bb846e1aab07dd1ca0015d1334.
Los invito a pensar ahora en un/una joven graduado/a de nuestra Universidad Pública y Gratuita. Tiene una buena idea, sostenida en un conocimiento amplio sobre el área, una capacidad extraordinaria para planificar el desarrollo frente a la dificultad, y un entrenamiento profesional que (en mayor o menor medida) orienta a pensar soluciones a problemas con impacto social.
¿Cuáles son sus posibilidades para llevar a cabo su carrera? Si quiere desarrollar su idea de manera independiente, se enfrentará a múltiples dificultades: Por un lado, los conocimientos de los que deberá hacer uso son en buena parte «propietarios». Si intenta mejorar el rendimiento de una semilla, el poder o el costo de un medicamento, las funcionalidades de una aplicación informática o los valores creativos de un producto artístico o intelectual, se encontrará con que los materiales que necesita para desarrollar su trabajo se encuentran protegidos por una legislación de propiedad intelectual que otorga increíbles beneficios a los grandes oligopolios multinacionales (las farmacéuticas, las cerealeras, las empresas de software, las productoras y editoriales). Estos beneficios son permanentemente ampliados por nuestros cuerpos legislativos, a pesar de que toda la evidencia empírica disponible sugiere que los beneficios económicos aumentan para el común de la sociedad con la mayor liberalidad respecto de la propiedad intelectual.
Por otra parte, se encontrará con la dificultad de conseguir financiamiento, dado que mientras nuestro estado se dedica a conseguir el favor de las grandes multinacionales del desarrollo tecnológico con compras estatales, legislación a medida, joint-ventures, beneficios impositivos y crédito fácil, las posibilidades de conseguir financiamiento y asesoría para start-ups tecnológicas es, en nuestra política, sólo una ocasional nota de color en las actividades de prensa de un funcionario de segundo rango. Mientras tanto, las nuevas formas de financiamiento y producción, como pueden ser el crowdfunding o el código abierto, no sólo no son beneficiadas por nuestras políticas económicas públicas, sino que ni siquiera son reconocidas.
Los invito a ver otra cosa. Es un fragmento del documental «El mundo según Monsanto» (2008), de Marie Monique Robin:
Hemos llegado al punto en que estamos dispuestos hasta a patentar las formas de vida, si eso garantiza la más magra inversión extranjera en nuetro suelo. Los que pagan el costo, mientras tanto, son los eslabones más débiles de la cadena de producción: los pequeños productores agropecuarios.
¿No estaría bueno un estado que investigue cuál es la mejor semilla a mediano y largo plazo y la ponga a disposición de los agricultores? ¿No estaríamos mejor si el conocimiento producido por las universidades con dineros públicos fuera de dominio público? ¿No sería fantástico si el estado garantizara la capacidad de un joven graduado de desarrollar sus capacidades independientemente, sin restricciones legales u hostigamiento económico? ¿No serviría para descomprimir la justicia y mejorar el nivel de nuestra ciencia si el estado no quisiera meter presos a los centros de estudiantes que sacan fotocopias del Principia Naturalis de Newton, o a quienes copian una película que nadie hubiera visto en nuestro país si no hubiera sido pirateada? ¿No nos conviene más económicamente dar excenciones impositivas a quienes financian comunitariamente sus iniciativas (por ejemplo, a través de páginas como kickstarter.com o idea.me) que a quienes especulan en el mercado de valores? ¿No rendiría mejor el dinero de nuestros impuestos y servicios sociales si subsidiara desarrollos independientes, abiertos e innovadores argentinos, en lugar de a multinacionales que usan nuestro país simplemente como plataforma de ensamblaje de productos extranjeros?
Si me preguntan que quiero del GEN, quiero esto: Quiero un partido que en lugar de trabajar para las disqueras, trabaje para los ciudadanos que quieren acceder a la cultura. Quiero un partido que trabaje por un desarrollo científico y tecnológico independiente y humano. Quiero un partido que entienda que el código abierto es hoy tan revolucionario, y tan central para la izquierda progresista, como lo fueron las cooperativas a principio de siglo. Quiero una organización política comprometida con la Universidad Pública Reformista, entendiendo que representa un modelo de conocimiento ideal para profundizar las potencialidades de la revolución tecnológica. Un partido que entienda que todo gobierno beneficia a ciertas actividades económicas sobre otras y que, por lo tanto, un gobierno progresista debe privilegiar la producción del futuro (libre y gratis) por sobre la del pasado (propietaria y comercial) a través de políticas impositivas, crédito fácil y compra estatal.
No nos van a acompañar ni Monsanto ni Microsoft, pero sí la historia.
Sebastian Goyburu
EDIT: Una explicación mucho más sencilla y MUCHO más divertida de todo ésto puede encontrarse en «Códigos Cooperativos», un corto producido por gcoop, una cooperativa de trabajo de software libre argentina: