Nunca, en los últimos 25 años de su vida, tuvo tanto tiempo libre. Se permite no cronometrar al segundo sus reuniones. Se relaja al hablar. Aunque no se sale de una máxima: sigue creyendo que el país necesita acuerdos, que el centro moderado es el camino para el desarrollo del país y piensa que el Gobierno de Javier Milei no podrá salir de una crisis económica en la que observa que entró.
Horacio Rodríguez Larreta eligió, desde que salió de las luces que encandilan en el poder, dedicarse a sus hijas – en especial a las más pequeña, Serena–, viajar por varios países que no conocía, disfrutar de su mujer Milagros Maylin, y darse tiempo para participar de charlas y conferencias, en especial en Estados Unidos, donde estudió cuando era muy joven. Estuvo en Harvard (donde estudió junto a su amigo Mario Quintana), el MIT y en Yale. Entre otros encuentros estuvo almorzando y luego en una charla en Boston con Steven Levitsky, autor de uno de los libros más comentados en foros académicos: “Cómo mueren las democracias”.
En este marco, en materia política sigue evaluando opciones. Tomó la decisión de no formar parte del nuevo PRO nacional, aunque Mauricio Macri quería que sea parte del Consejo Directivo, y tampoco designó a nadie de sus colaboradores para integrarlo. Piensa que si el camino del PRO es fusionarse con La Libertad Avanza eso no responde a “la historia y los valores” del partido amarillo que ayudó a armar en 2003, con el nombre en ese entonces de Compromiso por el Cambio. Cree, además, que Milei representa “todo lo contrario” a lo que considera que es el PRO y piensa que si a los libertarios les va bien, van a dejar al partido amarillo a la cola de una victoria y, si le va mal, los arrastrará.
Esto no les gusta a los autoritarios
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Para su futuro no tiene una decisión tomada. Sigue hablando con muchos: Miguel Pichetto, Martín Lousteau, Diego Santilli (con quien hoy no coinciden en cuanto a los libertarios), varios gobernadores – y ex gobernadores–, entre otros.
Con María Eugenia Vidal la relación es otra: son amigos personales hace casi tres décadas independientemente de los posicionamientos personales. Y Milagros Maylin es una vidalista de pura cepa desde que entró en política en 2015.
Con todo, desde hace algunas semanas volvió a una vieja pasión que le ocupaba varias horas tres veces a la semana durante más de 15 años: las charlas con vecinos. Esta vez no las divulga ni quiere hacer alarde de que sigue conectado con los temas de la Ciudad. De hecho, no quiere dar su opinión del ritmo de la gestión de Jorge Macri, motivo de múltiples comentarios negativos a lo largo y lo ancho del PRO. “No es fácil, hay que estar ahí”, solo desliza ante sus íntimos. A la vez, en los encuentros con vecinos se encuentra con quejas sobre la basura y el espacio público – algo que siempre ocurre – pero con pedidos para que regrese a la
Ciudad. Le paso hace algunos días en una recorrida por la Feria del Libro con su mujer y su hija Serena, pero también el sábado pasado en un encuentro de vecinos en Belgrano en un bar. Él sonríe y agradece. No tiene una decisión tomada sobre su futuro aún.
Publicado en Perfil